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La muerte vino, me susurró al oído que perdería un par de cartas para poder ganar. Le comenté que la vida me enseñó que hay victorias que duelen más que las derrotas. A veces un sacrificio conlleva una recompensa. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir...